“Reflexiones
de la lectura de Susan Sontag”
Leer
el trabajo de Susan Sontag ha sido el primer acercamiento a la fotografía de
manera formal y sobre todo de manera teórica que he tenido y que, junto
con la práctica, se abre una posibilidad
de mirar el mundo a través de una serie de lentes y cristales, que fijan en el
tiempo un instante de la vida, de la
historia de la vida social, y/o natural.
Dentro
de la amplia gama de sentidos de los que el humano sabe y está condicionado a
experimentar, la visa ha sido el sentido privilegiado por excelencia, y basta
con echar un vistazo a la historia de los sentidos, por ejemplo desde la
antropología y darse cuenta del lugar que mantiene la vista en nuestra
construcción como seres humanos.
Desde
las artes ha sido, y es hasta ahora uno de los sentidos más estimulados, y
empleados. Del lado del espectador, fuera de la música, casi todas las formas
artísticas merecen y aclaman el sentido de la vista. En el caso de la
fotografía es la imagen que uno puede apreciar, ver una buena (o tal vez no tan
buena) fotografía es lo que cierra el círculo de la fotografía como una forma
de expresión artística, pues la otra parte es el fotógrafo, el ser humano que
está detrás de la cámara (máquina) y decide apropiarse de un instante. Por
parte del “actor” que en el caso que nos acuñe en este trabajo es el fotógrafo,
la vista, la mirada al mundo, su propia mirada del mundo es la materia prima
para este arte.
La
corta pero nutrida historia de la fotografía, (como Sontag nos la presenta) me
llevó a pensar, cómo el ser humano se hizo de una manera más de crear, de ver y
sobre todo de vivir el mundo. Basta recordar cómo la historia de la humanidad
en estos años desde que la fotografía conoció el mundo, se ha visto con otra
mirada, los acontecimientos importantes en la vida del ser humano han sido
retratados y llevados a otro plano. Por ende ha de considerarse que también tanto
la fotografía como tal y el hacer fotos, han sido modificados por el contexto
social, económico y tecnológico. El meollo del asunto reside sin embargo, en el
foco de atención que la fotografía pueda concretar, cómo y con qué atraer la
atención, la vista, la mirada y apreciación del sujeto espectador. Así como la
fotografía misma, estos puntos de atención han ido variando masivamente desde
el inicio de la foto. ¿Qué ha de ser retratado? Es la gran pregunta que cada
época, región cultura y persona, responden de forma peculiar. Desde las fotos
“importantes” de acontecimientos trascendentales en la historia del humano,
hasta fotografiar una botella de leche en una escalera y un largo etcétera han ido formando el cuerpo histórico del
quehacer fotográfico, un quehacer que se ha vuelto casi completamente personal
y arbitrario.
Al
preguntarse ¿Qué ha de ser fotografiado? Todo un cúmulo de posibilidades y
connotaciones se abren y dan paso al flujo de imágenes “creadas” por la
percepción de cada sujeto, decidir qué instante (visual) de la vida ha de
tomarse y apropiarse es una tarea que el fotógrafo vuelve suya en cada click
que hace con la cámara. Pero por supuesto este no ha sido el único problema al
que el fotógrafo se enfrenta. Sin dejar de lado la foto como una forma de
expresión artística podemos incluir el tema tan aclamado por el arte y la
estética; la belleza, o el gusto, dentro de la fotografía, pues no se trata de
retratar solamente lo bello de la vida, o por el contrario todo lo que pueda
producir aberración, sino más bien cómo se juega en estos planos y se vuelven
herramientas para la producción de este arte.
Fotografiar un hecho , objeto o sujeto que puedan ser considerados en la
vida real como “bello” en la fotografía se hace posible “mostrarlo” de forma
grotesca, el “lado oscuro” de la situación etcétera, y también a la inversa,
donde un acontecimiento, por ejemplo, considerado totalmente una aberración
(por ejemplo los campos de concentración nazis) puede ser retratado y mostrado
como una buena fotografía, con un paisaje, composición, encuadre, exposición
etcétera que resulten “bellos” para el espectador fuera de ese contexto, claro
está. El asunto reside en la mirada,
intención y contexto del sujeto hacedor de fotos, así como en su intención y
finalidad.
Al
decidir qué captar con el lente y hacerlo una imagen, me parece muy interesante
cómo el fotógrafo lleva esta imagen a los tres planos del tiempo y cómo reside
en ellos, una fotografía, como expone Susan, es el recuerdo, la imagen del
pasado, un instante que quedó en el plano “pasado” abolido por el constante y
eterno “presente”, ver una foto es “presente” la foto es “pasado” pero al
almacenarse y guardarse queda asentada para el “futuro”, así la fotografía
abarca los tres tiempos que el humano puede considerar y esto, en lo personal,
es lo que resulta interesante del quehacer fotográfico.
Ahora
bien, en las últimas décadas, el quehacer fotográfico ha tomado un camino o
varios caminos que la han llevado a tener otros alcances, desarrollos,
intenciones, y por supuesto diversas valoraciones en lo social. Con la
proliferación de herramientas para captar un instante visual de la vida, parece
que ha perdido características y cierto peso. Sin embargo yo creo que más bien
se trata de un paso agigantado en el decurso del quehacer fotográfico. Así como
esto ha cambiado, es de esperarse que lo captado por el lente también ha
variado, como Sontag expone en su libro, y que claro, para su época y contexto
aun no eran considerados otros dispositivos para fotografiar, como actualmente
lo son los teléfonos celulares que hoy en día, casi todos los seres humanos
tenemos a nuestro alcance.
De
pronto pareciera que por esta misma situación donde fotos se producen a cada
instante de forma digital, el carácter fotográfico se ha visto modificado, ser
una herramienta que atestigua la
presencia ante un lugar, hecho y acontecimiento, más que una forma de expresión
artística, sin embargo creo que se
advierte la posibilidad de catalogar y definir o redefinir qué es y será la
fotografía.
Entonces,
ahora uno puede reflexionar más profunda y seriamente sobre el quehacer y
producción fotográfica con las herramientas que Sontag nos puede ofrecer: “¿Qué
ha de ser fotografiado?”, “¿cómo ha de ser fotografiado?”, “¿Para quién o para
qué?” son preguntas que tal vez cada sujeto debería hacerse detrás de la cámara
previamente al click que se apropia un instante de nuestra vida y de la vida de
los demás, pues no debemos perder de vista que la fotografía es social y por
ello mismo ha de estar inmersa en nuestras reflexiones diarias como sujetos
productores de arte, como sujetos creadores que podemos modificar y expresar
nuestra propia percepción del mundo.
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